Lagarín y Las Grajas
Tras el parentesis veraniego, las vacaciones y las grandes rutas
veraniegas, retomanos de nuevo nuestras salidas de fin de semana y en
este caso optamos por acudir al Gastor y subir al Lagarin y a Las Grajas,
para así poder disfrutar de sus maravillosas vistas, tras el ascenso
del año pasado lleno de misterio ya que hicimos integramente la ruta
rodeados de la niebla.
Comenzamos el sábado por la
mañana, no y muy temprano que es cerquita y la ruta tampoco es larga ni
muy exigente, tras llegar al Gastor, y dejar los coches estacionados,
comenzamos nuestra subida junto al depósito de agua, en continua subida
rodeados entre pinos de repoblación, hasta alcanzar el mirador y la
antigua era, que conoció tiempos mucho mejores en los que los
alrededores eran terrenos de labranza. Tras disfrutar de las vistas y
tomar unas cuantas fotografías, retomamos la ruta, maravillandonos de
las vistas que van asomando entre los claros de los pinos y que no
pudimos disfrutar en la ocasión anterior.
Así subiendo y subiendo llegamos hasta la valla que marca el ascenso final hasta la encrucijada que da acceso a la cumbre, una subida empinada, pero que nada tiene que ver con la subida empinada y resbaladiza de la ocasió anterior a consecuencia de lluvia y del barro, tras la cual pudimos llegar al collado que separa ambos picos y maravillarnos con las vistas al pantano de zahara y la grazalema a un lado, y Pruna y la Sierra sur de Sevillay frente a nostros el Mogote y el Peñon de Zaframagón , al otro, tras reposar un poco iniciamos la subida hasta las estribaciones del pico Lagarin, pero sin subir, pues preferimos quedarnos contemplando el paisaje y los buitres que ya comenzaban a hacer acto de presencia.
Tras disfrutar generosamente del paisaje y de la paz que se respiraba en el lugar, dedicimos continuar el camino hacia Las Grajas, así que por el collado bajamos hasta el cruce de caminos que continuan hacia Las Grajas o baja hacia el antiguo cortijo y desde ahí comenzamos a subir rodeados de un paisaje diferente pues los pinos eran sustiuidos por chaparros y abundaban las bellotas por suelo, un poco verdes aún, tras culminar la subida atravesamos una valla mediante una escalera de paso para los cazadores y llegamos al punto más alto de Las Grajas y bajo la sombra del último arbol nos quedamos, aprovechando para tomar nuestro merecido bocata y continuar contemplando las maravillosas vistas que nos brinda ese mirador privilegiado. Así mismo los buires nos deleitaron con su vuelo y con una curiosa lluvia de plumas, aprovechando nosotros para tomar unas fotos que nos supieron a poco.
Pero tras un buen
descanso y haber disfrutado mucho de la paz y tranquilidad que nos
brinda este maravilloso lugar, volvimos a retomar la marcha, bajando
hasta el cruce y continuando nuestro camino hacia el antiguo Dolmen del
Gigante, interesante colofón para esta ruta y así continuamos nuestro
camino de vuelta hasta el puebo, donde acudimos al antiguo bar de los
cazadores a refrescarnos con una merecida cervecita, por eso de los
electrolitos.
Una ruta encantadora y mágica.
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