Descubriendo la Marisma
Una mañana de sábado invernal, aunque ya parece primavera,
¿será cosa del cambio climático?, partimos ni muy temprano ni muy tarde, a la
hora justa, camino del caño del Guadiamar,
¡si ese rio que sirvió de desagüe en un desgraciado accidente que a
punto estuvo de destrozar el parque!, dejamos atrás, Coria y la Puebla del Rio,
avanzamos hacia la Dehesa de Abajo por una carretera titularidad de la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir,
y la dejamos atrás, continuando hasta que la carretera gira a derecha y
desciende, dando paso el asfalto a un camino de cemento que cruza el Guadiamar.
Es ahí donde me decido a detenerme.
Un muro de tierra separa el rio de los arrozales que en esta
época son poco menos que un barrizal esperando ser sembrado de nuevo y al otro
lado el Guadiamar, desbordado, inundándolo todo a su paso y formando una bonita
marisma, combinando el azul del cielo reflejado en sus aguas con el marrón de
los árboles y pastos aún secos, no olvidemos que estamos en invierno aún.
Una vez preparado el equipo, prismáticos y cámaras, comienzo
mi paseo de descubrimiento por la zona, desecho continuar por la pista a pie,
se encuentra inundada y el paso de vehículos lo desaconsejan, justo a mi
derecha en un árbol no muy lejano, sirve de descanso a una bandada de
Cormoranes, a mi descuidado paso, alguna
garceta se sorprende y emprende el camino a un lugar “más tranquilo”.
Intentando ser más cuidadoso, continuo avanzando por el muro que separa ambos mundos, el aún “salvaje” del Guadiamar y el
“humanizado” de los arrozales y que transcurre paralelo al río. Se puede oír y
disfrutar del canto de las aves, el aleteo de otra garceta que huye a mi
paso. También resultó posible observar
golondrinas que se tomaban un breve descanso en sus ajetreados quehaceres, así
como gorriones (como nó) así cm. Fue un gran reto para obtener un fotografía de
una Tarabilla que rondaba por los arboles cercanos al río y que me permitió
tomar unas bellas estampas.
Tras una hora de caminando y tomando fotografías, emprendí
el camino de vuelta, agradeciendo el haber podido disfrutar del lugar y sus
moradores. Retomando el camino, la tentación me hizo detener el vehículo al
final de la laguna de la Dehesa de Abajo. Una vez preparado de nuevo para la
acción, pude comprobar que lo mejor estaba por llegar, un par Garzas Reales,
una pescando y la otra descansando llamaron mi atención en una zona inundada
por las recientes lluvias y fueron objeto de mi atención, hasta que una inmensa
bandada de Moritos cubrió el cielo ofreciendo una imagen espectacular. Desde
este punto también pude acercarme a una parte un tanto desconocida para mí de
la Dehesa, lejos de los miradores habituales pudiendo comprobar una vez más el
por que este lugar es tan interesante y merece una protección especial.
Recogiendo y sin armar mucho ruido, para no molestar, inicie
mi camino de vuelta a casa, pensando en lo afortunado que había sido de poder
disfrutar de los momentos que acababa de dejar atrás, cuando algo llamó mi
atención y me hizo detener el vehículo y bajar de el armado con mi cámara, ¡no
podía ser! ¡Dos cigüeñas!, si dos cigüeñas en un arrozal encharcado por la
lluvia, una blanca más habitual y muy
visible, pero su acompañante era una cigüeña negra, menos abundante y más
complicada de ver, y allí estaban las dos posadas en el barro una al lado de la
otra, simplemente maravilloso. Me marché
tras tomar unas fotografías para no molestar más de lo necesario,
volviendo mi casa y pensando en lo
afortunados que había sido al poder disfrutar de tanta y tan bella naturaleza.
Bonito día de naturaleza, me alegro de que lo disfrutaras, y gracias por compartirlo :)
ResponderEliminar