Cinco Lagunas y Garganton, Gredos

 

Tras un largo viaje desde Sevilla , llegamos a la Alameda de Navalperal del Tormes, punto de partida de nuestra ruta y donde tras una parada para preparar el material y revisar las provisiones, iniciamos nuestra marcha, cruzando el puente sobre el río Tormes y adentrandonos en la Sierra de Gredos.

Tras cruzar el Tormes, el camino discurre junto al rio Gredos tras cruzar un nuevo puente y nos comieza a adentrar en la sierra alejándose un poco de este rio.   Nos adentramos en una una zona de vegetación frondosa de ribera con una sombra fresca y agradable por la hora que es, a pesar de que ya estamos en octubre.  Tras cruzar de nuevo un pequeño puente llegamos a un cruce de caminos, si continuamos recto está señalizado como ruta a la Laguna Grande  y a la derecha Cinco Lagunas, optamos por este último.


Desde aquí poco a poco nos abandona la sombra y nos acompaña el matorral, el camino asciende, pero es suave y agrada tener un arroyo bastante caudaloso  a nuestra derecha según avanza el camino. Así de este modo nos adentramos en la Garganta del Pinar, ascendiendo con paso firme y decidido con nuestras pesadas mochilas a la espalda, sin prisa, pero sin pausa, contemplando el paisaje que nos rodea y que conforme avanzamos en la garganta las paredes se hacen más altas y el paisaje cambia a prados de alta montaña, separados por pequeño muros de piedra, son pequeñas zonas de pastos para el ganado, y al fondo las nubes no nos dejan verlas cumbres de las alturas.
 

Tras un par de horas caminando, una breve pausa para reponer fuerzas junto arroyo y contemplar las montañas que ya asoman en los breves claros entre las nubes y vuelta al camino, ascendiendo esta vez de un modo más suave, pero entreviendo cada vez más y más piedras que comienzan a sustituir al matorral. Así tras poco más de una hora y media caminando tras la pausa del bocata, llegamos al refugio de La Barranca.  En este punto el camino ya se hace más abrupto y la subida es más contundente.

Pero todo esfuerzo tiene su recompensa y así tras una subida intensa pero breve, llegamos a una zona de cascadas donde el arroyo que veníamos siguiendo en el camino, se desparrama entre las rocas y da lugar a pequeñas pozas y grandes cascadas para nuestro regocijo y deleite, es la zona del Horcadero





Tras una nueva pausa para el disfrute y las fotos, continuamos nuestra marcha subiendo a  nuestra izquierda y dejando a nuestra derecha el circo de las lagunillas,  nuestro camino asciende y se convierte en una pedrera sobre la que tenemos que avanzar, ya con cuidado por la abundancia de piedras sueletas que podían jugarnos una mala pasada. Así llegamos hasta la laguna de Majalaescoba, que está en la ruta pero no es ninguna de las cinco lagunas, ojo. Tras admirar el lugar brevemente, pudimos observar que nuestro objetivo cerca, pero todavía teníamos que ascender una pedrera con un desnivel de unos cien metros en unos trescientos o cuatrocientos metros de ruta, lo que viene siendo una cuesta empinada con todas las de la ley vamos, obligándonos a usar las manos en ocasiones.




 




 

Y así tras una intensa ascensión nos quedamos maravillados con las vistas y la laguna bajera nos recibió y también nos sorprendió. En algunos rincones se observaban neveros que habían sobrevivido al verano,  y nos sentíamos diminutos, pero la noche se acercaba y había que buscar un lugar donde pernoctar, así que rápidamente nos pusimos manos a la obra y tras preparar el vivac, nos aprestamos a pasar la noche. Noche estrellada, pues no había contaminación lumínica y el cielo simplemente era apabullante,   Noche con visitantes, pues un zorrillo curioso y persistente nos estuvo merodeando durante toda la noche. Bueno eso y el sonido del agua al correr, pero esto no provocó tantos sobresaltos y nos sirvió de arrullo para conciliar el sueño.


Nos recibió una mañana fresca y despejada con un cielo azul espléndido,  y tras un desayuno montañero y recoger todo mientras unas cabras montesas nos observaban curiosas, continuamos nuestra marcha rodeando las lagunas y subiendo hacia la Portilla del Rey un paso entre cinco lagunas y el gargantón, que formaba parte del camino del rey, creado en el reinado de Alfonso XIII para facilitar sus cacerías por Gredos  y también para facilitarle el disfrute del paisaje.




Así con todo recogido iniciamos de nuevo la marcha primero bordeando las lagunas y posteriormente ascendiendo un fuerte desnivel, para alcanzar la portilla, por suerte a medio camino, una pequeña terraza nos ofreció un lugar donde retomar fuerzas ya que la subida nos pareció bastante exigente. Y así tras una hora de ascensión aproximadamente alcanzamos la Portilla del Rey, que nos ofreció unas vistas inigualables de las cinco lagunas y del gargantón. Y así una vez alcanzada la portilla, que da acceso al gargantón pero también a algunas cimas de Gredos, comenzamos el descenso por el camino del rey, volviendo de vez en cuando la vista atrás para contemplar la todo que dejábamos a nuestras espaldas.



 
 


 

Así en nuestro descenso por fín llegamos al gargantón, a través de sus praderas  y comenzamos su descenso, no exento de dificultades pues al bajar resultó complicado encontrar el camino apropiado para su descenso,  pero las vistas que nos ofreció fueron increibles , con grandes rocas de granito caídas,  formaciones rocosas con siluetas extrañas y sugerentes y grandes cascadas y pozas con agua fresca que invitaban al baño.

También se podía observar la acción de los elementos por la suavidad de la superficie de la roca que en determinadas circunstancias puede provocar caídas.














Así continuamos el camino para llegar a la zona de los pinarejos, y poder disfrutar de un camino llano y sin tantos obstáculos, aunque breve, pues nos tocó ascender un poco de nuevo y continuar y atravesar la zona rocosa de los  callejones, que parecían sin salida, pero si la tenían  y así llegamos a  a las Navazuelas,  aunque antes tuvimos que cruzar la Fuente de las Barrancas, un lugar complejo de atravesar si desconoce el camino por el que atravesar el barranco, suerte que a lo lejos un grupo que iba delante nos sirvió de guía.

Desde este punto el camino se comenzó a volver más amable y las montaña ya comenzaban a quedar en la lejanía el camino volvió a discurrir junto al arroyo del Cervunal.Poco a poco el camino comenzó a cambiar a prados  con algunos matorrales donde nos cruzamos con un rebaño de cabras montesas,  para un poco más adelante ya adentrarnos en un bosque así tras  dejar atrás el puente de Roncesvalles y  alcanzamos un nuevo refugio y desde allí al poco más de una hora de marcha alcanzamos el cruce en el que nos desvíamos el día anterior  y desde allí alcanzamos la alameda de Navalperal, ya en plena noche.





La verdad que es una ruta exigente pero que no defrauda ni deja indiferente a nadie y que produce mucha satisfacción, además de permitir observar animales en plena naturaleza (las cabras montesas)  Y lo más importante que nos pone en nuestro sitio haciéndonos ver lo diminutos e insignificantes que somos los humanos.

Por si os interesa realizar la ruta, este fue el track que seguimos.

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