Trek a Vasuki Tal, Himalaya, India

Recibir una bendición en el templo antes de partir. Comprar las provisiones de última hora en los puestecillos locales. Dejar atrás las comodidades cotidianas.


Gangotri

Ser despertado con una taza de té, el "wake-up tea". Es de día, pero el sol tardará horas en asomarse tras las altísimas cumbres. 



Amanecer en Bhojwasa

Lavarse, o intentarlo, en un río de aguas gélidas. Caminar junto al Ganges en un entorno sagrado, cruzarse con peregrinos vestidos con túnicas azafrán. "Namaste!". Ser testigos del cambio de vegetación con la altitud, desde la selva, hasta el bosque de pinos, para finalmente desaparecer.

Bhagirathi al fondo, el Ganges en primer plano
 

Esquivar las piedras lanzadas al sendero por los muflones. Beber constantemente para evitar el mal de altura... "more masala tea, please!". Dar paseos estratégicos para aclimatar. Comer comida vegetariana cocinada con agua del Ganges. ¡Sorprendentemente surtida y abundante!


Comida en el trek

Caminar en silencio, concentrando el paso para no resbalar, subiendo la vista para descubrir tras cada curva nuevas cumbres de inquietantes paredes verticales y altura incalculable, escuchando cantar a los compañeros a veces en español, a veces sin inglés, incluso en francés y en hindú...


Sendero de peregrinación a las fuentes del Ganges

¡Disfrutarlo todo con gente estupenda! Carlos, Javi, Jose, Juan, Lina, Lorene, Nicolas, Toñi. Compañerismo, risas, ambiente de amistad, de objetivo común, de complicidad, de ayuda mutua desinteresada. Uno para todos y todos para uno. El privilegio de escuchar historias de ascensos y descensos del Everest de primera mano... La servicialidad de los guías... ¡Acompañar a una expedición durante el trek de aproximación!



En la tienda comedor

Ver por primera vez un glaciar. Sentirse diminuta. Lugar sagrado, ¡no es para menos! 



Glaciar donde nace el Ganges

Más allá reina la soledad: una gran pendiente de inhóspitas rocas amontonadas marca la barrera ante los últimos retazos de civilización. Hay que subirla, buscando los hitos de piedra que indican el mejor camino. Un porteador sonríe, balbucea algo en hindú y ofrece su mano en algún paso complicado...


Complicado ascenso por las morrenas

Valle de Nandanvan. Paz. La silueta del Shivling clavándose en el cielo... ¿Hay palabras...? Lugar sereno, frío, solitario, impoluto, rodeado de varios picos de casi 7000 metros de altitud, pero sin agua en el lago. Jornada de aclimatación que no pudo ser. Lástima.


Valle de Nandanvan, el Shivling clavado en el cielo

Avanzar sola por una cresta en suave pendiente durante varios kilómetros. Sensación de aislamiento, casi de indefensión... 4500 metros... falta el aire... avanzar l-e-n-t-a-m-e-n-t-e, el cuerpo pide calma... y sin embargo, respira con agitación... sensación surrealista, de otro mundo... ¡Disfrutar del momento único en un entorno aún más único!
Empezar a notar el cansancio (¿físico, mental?), pero hay que seguir, la noche amenaza... ¿Dónde acaba la cresta...? ¿Por qué no se ve el campo base?



Cresteando en solitario

Lamentar que la cresta comienza a estrecharse. Que ya hay que pisar nieve. Sentir que la tierra comienza a desvanecerse bajo mis pies. Abismo. "Do I really have to walk on that?"... El miedo (¿aumentado por el cansancio?) no vale, porque las piernas temblarían. ¡Aquí no! Continuar...


Bajar al glaciar, recuperar la concentración que ha ido mermando por la falta de oxígeno: nada de traspiés... cruzar por el hielo (¿resbala, no resbala?), subir del glaciar trepando sin mirar abajo...



Cruzando el glaciar

La sorpresa final de una cuerda en una pared casi vertical... ¡Es lo que hay! Surgen fuerzas de la nada, o más bien maña, aún no sé cómo...



Cuerda para poder continuar

La visión del campo base, por fin, en el fondo del valle... ¡Día TREMENDO!



Campo base, al fondo del valle, a la derecha del lago
Campo base, lugar remoto e incomunicado. Jugar a las cartas a 10 grados bajo cero... Los dedos no responden. Las palabras no salen. Sostener una taza caliente para reanimar los dedos... Tener que dejar de jugar.


Echando mano de otra capa más de abrigo

Vigilar las fases de la luna, calcular los días... dicen que con la luna llena cambia el tiempo... Cruzar los dedos... Buscar constelaciones enmascaradas detrás de una cantidad de estrellas impresionante, sin éxito porque el frío impide pararse a la intemperie... ¡Lástima!


Frío paralizante en la tienda al ir a dormir. ¿15 ºC, 20 ºC bajo cero...? Agazaparse en el saco. Esperar. Despertar con el rugido de una avalancha. O con dolor de cabeza. Oír el ruido de los copos de nieve como pequeños proyectiles sobre la tienda. Por lo demás, SILENCIO.



20:00... ¿hasta dónde bajará durante la noche?

Encontrar las pertenencias congeladas al amanecer... Todo lo congelable. Contar hasta tres para atreverse a desnudarse, asearse y volver a vestirse. ¡Fuera todo está blanco!



Novatada
Observar a los porteadores, algunos en chanclas aquí arriba, a 5000 m, preparar provisiones y material para los campos de altura. Nervios de los que van a escalar, curiosidad de trekkers.



Explorar el entorno de hielo y roca, avistar algún serac suspendido allá arriba, buscar el Satopanth sin éxito, tratar de situar este punto en el mapa, de comprender los colores del glaciar. No es como en los libros... De nuevo, sentirse insignificante.



Glaciar Chaturanghi

Despedir con prisas (¡ay!) a seis valientes se quedan para intentar el ascenso en escalada hasta 7076 m. ¡Dos kilómetros más cerca del cielo!


Tras dos largos días de bajada y otros dos de carretera, volver a la civilización. Poder contarlo. Sentirse extraña al tener de nuevo, ducha, cama, Internet... Las manos aún quemadas por el frío recuerdan que no ha sido un sueño. Volvemos, pero ya nada será igual. Ninguno seremos igual.

Comentarios

Publicar un comentario

¡Gracias por tu comentario!

Entradas populares de este blog

Monte Perdido Extreme, segunda jornada, la aventura continua.

Los Molinos de Rio Tinto

Circular sierra del Caillo y Subida al Navazo Alto